Pepiño, Carmiña y el cáñamo.

 

Ángeles, Pepiño  Carmiña y su pequeña industria de cuerdas de cáñamo en Armilla.

               Crónica de Salvador Cantos López, publicada en la página de Facebook “Armilla, recuerdos de mi pueblo”.

 

 

 


 Hoy quiero hablaros de una pequeña industria que explotó una familia que se instaló en el pueblo recién terminada la guerra, y que procedía de Galicia, y fabricaron durante muchos años cuerdas de cáñamo, posiblemente debido a que en el pueblo se cultivaba la materia prima. La familia estaba compuesta por el matrimonio y tres hijos dos niñas y un niño: Ángeles Carmiña y Pepiño. Como veréis… ¡Estos dos últimos no podían tener nombres más gallegos!

 En esta industria trabajaron algunos niños de Armilla como empleados, y eran los que le daban vueltas manualmente a dos ruedas de madera de casi dos metros de diámetro a una velocidad siempre igual. Esta rueda  era el utensilio con el que se iba enrollando la cuerda. Las cuerdas se fabricaban de distintos gruesos, especialmente para amarre de barcos, para cuerda de garrucha o del atado de bestias y amarre de carga de las mismas. Era curioso ver al matrimonio cada uno en una rueda con una cantidad determinada de hebras enrollada en la cintura y con una habilidad asombrosa desenrollaban dicha fibra para alimentar la cuerda siempre con el mismo grueso e igual liado, y caminando hacia atrás. De vez en cuando la cadencia de la rueda caía  y decían: “¡Migueliño dale más rápido!”. Migueliño era el fontanero. Era muy conocido en Armilla y le llamaban el "Migue" hermano de las mellizas y del Felipe. Vivieron en la casa donde puso la farmacia por primera vez don David. El "Migue" accionaba una de las ruedas, la otra la accionaba el Pepiño, hijo del matrimonio.

El matrimonio y Pepiño, se marcharon del pueblo, y aquí se quedaron las dos hijas: Ángeles casada con un panadero, y también tubo mellizos. Murió en Torrenueva atropellada por un camión donde se encontraban veraneando el 18 de Julio.  Carmiña se casó con Paco el "Mono" y siempre vivió en el barrio de Napoleón, frente a la casa de Panchito. Yo recuerdo a Carmiña siempre con muy buen humor y nunca perdió el acento gallego.

 

 

 

 

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