Gente de aquí


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Archivo Pepe Morenilla
Fotografía Archivo Pepe Morenilla

Juegos de Ayer

El otro día leí lo que “el Títi”, nombre familiar “ José Manuel”, escribió en esta web sobre los veranos de su niñez .Me pareció fantástico, y además me vino a la memoria histórica, aquellos recuerdos de mi infancia, con mi hermana , ya que mis dos hermanos no habían nacido, y con todos mis primos, Carmen, “Kiki”, Pepe, Nata, Pili, Isidro, Ernesto….. jugando en la placeta de la casa de mis abuelos, casa donde hemos vivido todos y donde hemos pasado nuestros primeros años de nuestra vida, jugando a los cromos, a las chapas, a las canicas , a tres cuartas te pilla el toro, al escondite, a las casitas en el pajar de la casa de la abuela, etc,,,, y con todos mis amigos del barrio Napoleón, ese barrio que estaba lleno de chiquillos/as, amigos/as de mi edad como: “la Maricarmen de la Carmiña”, “Encarni de las gafas”, “Isabelita de la Sacramento”, “el Cachurro”, “Encarni la del horno”, “Miguelín el de molino”…. Espero que no se enfaden……… Jugábamos a esos juegos interminables que duraban una eternidad y donde la imaginación era infinita, no tenia limite.
Recuerdos que se amontonan y que es difícil describir en estas líneas porque hay poco espacio y existen tantos y tantos recuerdos que es difícil elegir .

También, era como un juego cuando íbamos con mi abuelo José a la era, a trillar, y dábamos vueltas y vueltas hasta que nos mareábamos, lo pasábamos tan bien que siempre estábamos dispuestos…. ¿Kiki ¿Te acuerdas cuando esperábamos al “tito Fraco” tu padre? Salíamos a ver si venía por la carretera de Gabia y lo esperábamos para ver qué llevaba en la fiambrera , era como juego, y cuando nos traía el pan recién hecho. después nos quedábamos con la bicicleta y como yo no llegaba a los pedales, me metía dentro de las barras y pedaleaba por el barrio Napoleón a toda pastilla.

Recuerdo jugar a la patineta, esa patineta que fabricábamos nosotros. Nos metíamos en bodegón, a escondernos detrás de los toneles, en la huerta y media con ese trigo tan alto que nos cubrían y que luego nos picaba todo el cuerpo y salía el dueño ese señor que corría detrás de todos y nunca nos alcanzaba diciendo” se lo voy a decir a vuestros padres”, pero como no sabía a qué padres dirigirse ,si era mas pequeño que nosotros y nunca nos cogía…… todavía vamos corriendo para poder mantener en nuestra pequeña memoria esa pincelada de recuerdos de nuestros juegos de la infancia
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Celia Cuesta Rosales
Procesión en el barrio de Napoleón. Armilla años 60
Archivo fotográfico Pepe Morenilla



Trabajadores del lino. Armilla años 40
Archivo Fotográfico Pepe Morenilla



LAS MERENDICAS

El día 25 de Abril, día de San Marcos, nos lo pasábamos muy bien. Eldía anterior encargábamos en el horno los hornazos, que son unosbollos de pan de aceite con un huevo en el centro. Cuando llegaba elmediodía nos reuníamos todas las madres con sus hijos y nos íbamos alcampo. Cuando llegábamos sacábamos la merienda, que consistíaen el hornazo , habas , que siempre nos dejaban que las cogiéramos de alguna haza, y remojón, que es una ensalada que se hace con naranja, cebolleta, bacalao y aceitunas negras. Antes de comernos el hornazo todos corríamos unos detrás de los otros para rompernos el huevo en la frente.
Después de merendar, los niños jugaban al fútbol y las mujeres y las niñas a la comba. Pasábamos una tarde muy divertida .
- Ana Almendros

( Este artículo se elaboró en colaboración con el centro de Educación Permanente de Armilla " María Zambrano ))

LA PRIMERA VEZ QUE VI EL MAR

Aquella inmensidad me atraía igual que un imán, pero, me causó miedo.

Salimos del pueblo muy temprano, íbamos en el único camión que había en Armilla. En él pusieron unas sillas,. Todos llevaban las cestas de la comida, repletas para que no faltara de nada. Después de un viaje largísimo por una carretera de curvas y más curvas llegamos a la playa; éramos los únicos visitantes. Allí sólo estaban los pescadores sacando las redes.

Los mayores se lanzaron al agua no sin precaución por el miedo a ahogarse , tanto es así que a uno de ellos le ataron una cuerda a la cintura y cuando se adelantaba mucho hacia el horizonte tiraban de él.

Yo era muy pequeña y sentí mucho miedo al ver aquella inmensidad de agua y arena... y cielo. Era incapaz de acercarme a la orilla, pensaba que aquellas olas me iban a tragar. Aquel viaje al mar quedó siempre en mi recuerdo.

- Conchi Garzón y Eli Albertus.

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Esta sección se elabora en colaboración con el centro de Educación Permanente de Armilla “ María Zambrano” )

VESPA CON SIDECAR...¡ A LA SOMBRITA!.
Archivo fotográfico Pepe Morenilla

MI SAN ANTÓN

Grupo de armilleros en 1961.
Archivo fotográfico Pepe Morenilla

A mediados de Enero , puntualmente el 17, llega San Antón . Recuerdo de muy pequeñica que desde que se hacía la matanza ( antes de las navidades) se preparaba ya lo que se iba a echar en la olla : la oreja, la carrillada, el hocico, las patas, el tocino, las costillas , el espinazo.. todo se salaba. Mis padres trabajaban en los talleres de avionetas de la Base Aérea y sus compañeros ( que también amigos, pues llevaban la tira de años juntos) siempre le decían:“¡Nos tienes que invitar a la olla de San Antón! “, ya que nuestra casa era bien apropiada para tal comilona ( en la parte de atrás teníamos un buen corralón que daba a la calle Tarragona en el que había sitio de sobra). Así que un buen número de matrimonios, con sus correspondientes niños se venían para nuestra casa a celebrar la fiesta ( ese mismo día si era fiesta o si no el domingo más cercano) aunque los preparativos comenzaban unos días antes cuando los amigos se juntaban para comprar las habas, los avíos para la ensalada ( el típico remojón granadino en un buen lebrillo con su bacalao, sus aceitunas negras, su cebolla......) el saco de pan, las naranjas...etc. El vino se compraba por “ cuartillas” ( dulce para las mujeres y “peleón” para los hombres) y se echaba en las típicas garrafas forradas de enea. Para los niños os niños agua fresca ( o gaseosa de esa de la bolilla. Los invitados solían traer también dulces caseros ( pestiños, roscos fritos y algunos más que ahora no me acuerdo el nombre pero ¡qué ricos que estaban!)


Grupo de armilleros en 1958

Archivo fotográfico Pepe Morenilla

El día antes a la comida las habas y lo salado de la mantaza se echaban en agua para que se remojaran las unas y soltara la sal lo otro y por fin llegaba el gran día. Todas las señoras, muy coquetas se ponían unos delantales primorosos que relucían de puro blancos y se dedicaban desde bien temprano a quitar lo negro a las habas que iban después al puchero ( que era una caldera enorme que hervía a borbotones sobre el “estreves”, en una buena fogata en un rincón del corralón )

Lo primero que hacía mi padre en cuanto llegaban todos lo niños, (entre todos éramos una buena patulea) es hacernos, con la cuerda gordota de sujetar el cerdo cuando lo cuelgan, un “meceor” en las vigas que había arriba del portón, de quicio a quicio . ¡Qué maravilla! Todo el día la casa abierta, con niños , y mayores, meciéndose en la puerta. A todo esto canción va canción viene ( mi padre las acompañaba a buen ritmo con una tabla larguilla que repicaba con una castañuela) Aquello era precioso , de verdad, me esta dando un no sé qué al recordarlo, como pena, mira tú.

A mi lo que mas me llamaba la atención era tanto crío en mi casa.. jugando . Había sitio para todos . Mi casa era puro jolgorio y bullicio, porque también mi padre invitaba a todo quisque que pasaba por la calle ( en los pueblos, ya se sabe, y más entonces, las relaciones de vecindad eran más estrechas) Parece que lo estoy viendo: las mesas ahí fuera en el corralón, la caldera con las habas a la que primero con una rasera enorme se sacaba la pringue de la matanza y se echaba en un lebrillo y luego en cada plato primero un buen cucharón de habas y luego la pringue encima.

Parece que estoy oliendo aquel guiso cuando lo removían por turnos . Parece que estoy viendo el patio bullendo de gente, de niños y mayores . Me parece oír ahora ese aire lleno de risas, canciones, chistes y juegos de palabras. Al recordar todo esto me da como una añoranza bien honda .Parece , como si fuera ayer, esos días en los que mi casa era un estallido de luz. De gente con la vida por delante y con todas las ganas y la ilusión del mundo. Al final, ya de noche, cada uno a su casa y yo “reventaíca” pero muy feliz después de habérmelo pasado bomba.

Pasaron los años y después...lo que son las cosas...Quitaron las avionetas, llegaron los helicópteros, y todo ese grupo de personas se dispersó ( a unos los destinaron a Badajoz, otros a Sevilla, a Madrid...) la vida cogió otros derroteros, lo normal, y , aunque la olla siguió de tradición en mi familia, ya no volvió a ser como entonces. Como esas grandes fiestas que se quedaron para siempre bien guardadas en mis recuerdos y que ahora desde aquí quiero compartir a través de estas líneas.


Rafaelina Moreno.

Hogueras en San Antón

Histórica Acequia del Jueves.
Archivo Fotográfico Pepe Morenilla

Un mes antes de ese día, todos los niños de los barrios de Armilla, se picaban unos con otros para ver cual de ellos encontraba más restos de madera, ramas, porras, palos de tabaco...cualquier cosa que ardiera. Se dedicaban a recorrer parte del pueblo y de la vega, se trataba de ver que barrio hacía la lumbre más grande. Llegado el día de San Antón, a la caída de la tarde, todos los vecinos vecinos, grandes y chicos, rodeaban la gran pirámide de leña y se le prendía fuego. Los más viejos llevaban una garrafa con vino y también embutidos del cerdo y todos los vecinos del barrio, hasta altas horas de la noche, cantaban haciendo rueda alrededor de la pira:

¡ San Antón, San Antón

echa la vieja al rincón

si no la echas tú,

la echaré yo !

Conchi Jiménez

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( Esta sección se elabora en colaboración con el Centro de Educación Permanente de Armilla “ María Zambrano”)

LA SORPRESA


Una crónica de Nieves Beltrán


Imagen: Excursión de armilleros al río Dilar. Año 1956

Archivo fotográfico Pepe Morenilla


   Era la mañana de un día de invierno , como casi siempre me levantaba muy temprano para jugar, era mi primera y mejor faena. Esperaba a que salieran mis amigas , para entonces yo tenía preparados todos mis "cacharricos" para jugar a las casitas, y nos íbamos a la calle de atrás, o las eras ( las calles , entonces estaban llenas de niños , voces y risas, no había coches ni peligro). Los juguetes eran trozos de los pocos platos que se nos rompían en casa, eran muy escasos y por lo tanto muy valiosos para mí. Jugábamos con piedrecillas, cajas de cartón, cosillas que nos encontrábamos y las convertíamos en nuestra imaginación en cualquier objeto. 
    Yo siempre estaba buscando algo nuevo que me ilusionara , hasta que ...¡ Sorpresa! Al pie de una húmeda y vieja tapia mis chispeantes y pequeños ojillos vieron una piedra muy, muy redonda. Me quedé largo rato observándola pensando que aquella maravillosa piedra podría servirme para muchas cosas, por ejemplo podría ser una tortilla para la comidita .Al ir a coger la piedra...¡Aquello si que era una verdadera sorpresa! Debajo de tan redonda piedra había un verdadero tesoro, nada más y nada menos que una pesetilla rubia y reluciente, dos reales, una moneda de diez céntimos y otra de cinco. Me quedé extasiada, no salía de mi asombro. Me sentía rica. Por temor a que se me perdieran, me fui rápidamente a la pequeña tiendecilla de mi barrio, no sabía que hacer con tanto dinero, y miraba todos los artículos que allí se encontraban hasta que decidí en qué invertiría mi fortuna. Me compré “nísporas”, fruta que en muy pocas ocasiones había degustado. 

  Fue un día inolvidable en mi vida. 

  Nieves Beltrán.
Este escrito se ha hecho en colaboración con el Centro de Educación Permanente "María Zambrano" de Armilla.