Crónica publicada por Salvador
Cantos López publicada en la página de Facebook
“Armilla, recuerdos de mi pueblo”
En la década 40-50 se practicaba en Armilla una lotería
muy particular. Ahora se llama Bingo, pero nuestra Lotería Armillera tenía una
gracia que pa qué. Pues bien, había un
solar que resultaba muy protegido de los vientos del norte y de poniente , y
por lo tanto formando una recacha en el invierno, tanto por la mañana como por
la tarde .Allí hoy se encuentra la casa que allá por los 60 construyera el Díez,
padre de la mujer de Paquito “Calviva”, de la Enriqueta, y de José Antonio
lindando con la tienda de la Araceli y Manuel “el Cencerro”. En esa placetita
nos reunimos bastantes personas de todas las edades que naturalmente tuvieran
unas pesetas para jugar. Los números en su mayoría se nombraban por el sobre
nombre por el que eran conocidos. Según salían del bombo, solían cantarlos dos
armilleros muy conocidos en el pueblo: Uno conocido por el mote de "el
Míster", y otro por Miguel el "Rondín" hermano de José María, el
municipal.
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El uno, “Luis Pitín”.
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El 2,un patito
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El 3, pata perro.
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El 4, “guángara”.
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El 5, un” civilillo”
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El 6 la preñada.
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El 7, la alcayata.
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El 8, unas calabazas.
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El 10, un “pelao.
El 11, las chimeneas de Armilla.
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El 12, medio día.
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El 13, mal ramo.
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El 14, la casa de los locos.
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El 15, la niña bonita.
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El 18, en su punto.
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El 22 los dos patitos.
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El 24, Nochebuena.
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El 25, Navidad.
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El 33 la edad de Cristo.
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El 44, “guángara con guángara”.
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El 55, los dos civiles.
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El 66 las dos preñadas.
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El 88, las dos calabazas.
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Y el 90 el abuelo.
La
particularidad que tenía esta lotería es nunca se decía el número, sino el
sobrenombre, que naturalmente todos conocíamos. Cuando se rellenaba el cartón
no se gritaba ¡Bingo! Se decía ¡Alto ahí! O ¡Ya está!
Había
más juegos donde los mayores se jugaban unas pesetillas, como LA TANGANA. Este
juego consistía en poner encima de un canuto de caña cada uno de los participantes
una moneda, y a la distancia de unos diez metros, con una piedra plana llamada
tejo, se intentaba derribar el canuto, y cuando se hacía, se ganaban todas las
monedas que estuvieran más cerca del tejo que del canuto.
Y
otro juego que se practicaba en la puerta del bar Ramales, era el de ganar las
cañas de azúcar, se situaba la caña de azúcar vertical y apoyada contra la
pared, y con una moneda de cobre de las antiguas, lanzada de canto, intentar
que quedara clavada y se obtenía dicha caña como premio, los había verdaderos
expertos.
Como anteriormente decía en aquellas
dos décadas (los 40 y los 50) los
cambios fueron mínimos. Ya en la década de los 60-70, los cambios de vida en el
pueblo comenzaron a ser importantes: Se instaló el agua corriente en la mayoría
de las casas, se instalaron frente a la base los talleres, primero TAMESE y con
el cambio de compañía, después MEGRASA, con más de 150 trabajadores, de los
cuales en buena cantidad de Armilla. Allí se formaron muy buenos profesionales,
pues en dichas talleres de construyó por primera vez en España el sistema
primario de refrigeración de cuatro centrales nucleares. Un poco anteriormente se
instaló en Armilla la chatarrería CENARRO
y algunas empresas más pequeñas que cogieron auge, como Manuel “el Maracenero”,
el “Nene Lupión” y algunas más de muebles, notándose en el pueblo un movimiento
económico importante.
Fotografía: El bar “kiki” de Armilla era uno de los
lugares más reconocibles del municipio.
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