UNA “CORTINICA”
SOBRE LA RADIO.
Una crónica
de Juan Moreno Cortés publicada en la
página de Facebook “Armilla, recuerdos de mi pueblo”
Quiero hablar de los programas de radio que contribuyeron, muchos
de ellos, a llenar las horas no lectivas de nuestra infancia y la de nuestros
mayores. Recuerdo como uno de los momentos más placenteros, quizás por la hora
y el lugar, en las noches de verano tumbados en una hamaca contemplando las
estrellas en los llanos de Armilla, escuchando una emisora que a mí me producía
cierto escalofrío. Recuerdo que tras
unas campanadas moduladas y vibrantes, la presentadora, con una voz clara que
parecía emerger del espacio más lejano y una entonación especial decía: “Aquí
Radio Andorra transmitiendo en onda media desde la frecuencia….”. Desde allí se
radiaban canciones del música hall americano que no conocíamos y nos hacían
soñar con un mundo lejano, diferente y más brillante. Aquí solo se oía a Juanito Valderrama, Marifé de
Triana, Gelu, Jose Luis y su guitarra u otros así de ese estilo, a todos los menciono con mi mayor respeto. También en
esa emisora se hacían comentarios sobre temas de actualidad internacional o
entrevistas a algún personaje de cine….Nos daban la una y media de la mañana o viendo el
paso del satélite, hasta que mi padre tocaba retreta y todos a la cama.
Otro espacio radiofónico muy
en boga para nuestras madres y hermanas mayores eran las radionovelas dirigidas
por Guillermo Sautier Casaseca y su gran éxito popular “Ama Rosa” que hizo llorar a
media España.
Para los pequeños estaban los
equivalentes a los programas infantiles actuales y que aglutinaban a muchos
niños en torno al viejo aparato de radio. Esto eran los Jueves por la tarde en
que no teníamos escuela y el momento cumbre era cuando llegaban los cuentos,”
El Gato con botas”, “El Enano Saltarín”, “Pulgarcito y el ogro de las botas de
siete leguas”, “La casita de Chocolate”, etc. y un personaje como el mago
Cucufate y otros que no recuerdo. No puedo olvidar tampoco los programas de” Discos Dedicados” o “Peticiones
del Oyente” en el que los novios, papás, y mamás se dedicaban unos a otros el
disco de moda que sonaba en ese momento.
Para adultos recuerdo las
retrasmisiones de partidos de fútbol los domingos por la tarde (Eso de jugar
otro día que no fuese domingo será impensable). También era algo oído por todo
el mundo el consabido Parte de Radio Nacional de España o noticiero a medio día
y por la noche a las diez con su típica fanfarria musical al comienzo.
Cuando llegaban las fiestas la
radio retransmitía, para los enfermos, la Procesión del Corpus Cristi y cantos
de saetas por Semana Santa.
Por Navidad recuerdo que
había un programa llamado “ Subasta de Ilusiones” en el que todo el mundo podía
pujar por las cosas que iban donando otros oyentes, desde un sombrero cordobés
de algún cantaor o un armario de tres cuerpos. Recuerdo a un señor que subastó
el placer de romper a martillazos y en la emisora un disco de Antonio Molina,
del que evidentemente no era seguidor y comenzó pujando él mismo por treinta pesetas
de entonces, siendo inmediatamente contestada su puja por un seguidor del
artista y así entre partidarios y detractores se recaudó un buen dinero para
obras de beneficencia. Había también otro programa por esos días navideños llamado “Cabalgata de Ilusiones” en el que se
recaudaban juguetes para los niños necesitados.
Finalmente hablemos del vehículo que
hacía posible estas maravillas, esto es del APARATO DE RADIO. Se trataba en la
mayoría de aparatos de lámparas que se fundían frecuentemente debido al calor
que generaban y que tardaban en calentarse y en cuyo dial estaban escritos los
nombres de extrañas y exóticas ciudades como Poznan, Leipzig, Rabat…. Y que, al
leerlos, hacían volar mi imaginación. Además estos antiguos cachivaches
necesitaban un transformador que era un cajoncito de madera conectado a la red
y al aparato, me imagino que venían preparados para 220 V y aquí teníamos 125.
En mi casa teníamos una radio marca Telefunken. Tenía un teclado central en que
se seleccionaba la onda Media o Corta, el botón encendido y apagado y en ambos
laterales del frente el sintonizador y el volumen.
Más tarde llegaron los televisores
que fueron arrinconando a los aparatos y al medio radiofónico, aunque, afortunadamente,
hoy goza de nuevo de una excelente
salud.
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