LOS SANTOS INOCENTES

 


Crónica de Salvador Cantos López, publicada de Facebook Armilla, recuerdos de mi                                                                                  pueblo


         Como veréis acabo de publicar una foto que no corresponde con ningún armillero, pero son un reflejo fiel de la España del tiempo de mis relatos. Quizá le falte al varón algunas piezas en la rodilla del pantalón o en la parte de atrás pues en aquellos tiempos era lo habitual. Otra imagen que lo refleja es la foto del cartel de la película, basada en la novela de Miguel Delibes, ”Los Santos Inocentes”. Esa era la realidad que vivía una inmensa mayoría de españoles, sobre todo de los pueblos rurales.

             También tengo que reconocer que los niños de entonces, no padecían como ahora la preocupante pandemia de obesidad. Por un motivo o por otro, todo el día estaban corriendo o tirados por el suelo de tierra practicando algún juego. De las cubiertas de las ruedas de los camiones, concretamente de los bordes de las mismas, se extraían unos aros metálicos de alambres de acero trenzado de diez o doce milímetros de grueso y un diámetro de unos 80 centímetros, con un gancho en la mano de unos 20 centímetros de largo de alambre grueso y la punta curvada en forma de U doblada hacía atrás. Se hacía rodar el aro, y a correr tras él, solo o con algún compañero haciendo carreras.

             Algún tiempo después otro aro hizo furor en las niñas: Se trataba del “Hula-Hoop”, otro ejercicio que ayudaba bastante a no tener tripa, pues, colocado en la cintura e imitando el movimiento sexy de la famosa canción, pero a más velocidad para que no se bajara para abajo. Había algunas niñas, y otras menos niñas, que lo hacían de forma espectacular.

              Mi idea al escribir estos relatos, además de hacer que los mayores de mi edad o próxima,   recuerden todas estas cosas  con nostalgia y que lo lean también los más jóvenes y se hagan una idea de cómo fue la niñez de sus abuelos y padres. Aquellas generaciones de hombres y sufridas mujeres que con hambre, sudor, y sangre, levantaron está España que hoy disfrutan, y con los que en estos días se ha cebado la pandemia y sigue haciéndolo.

             Pero no creáis...¡Qué también nos divertíamos! o ¿Es que no os acordáis de aquel señor que venía con una cabra, un tambor, una niña y un taburete al que se subía la cabra al son del tambor?. O ¿Aquellas parejas de hombres que cantaban historias tremebundas y que vendían, convenientemente escritas en un pliego, al público que acudía a escucharlos?. Normalmente eran personas con alguna deficiencia física. Recuerdo una historia que decía así: “Señora,soy de Almadén. Me llamo José Jiménez, viví en la calle Mayor número 49....” . Y continuaba cantando las desgracias ocurridas en una mina. Vendían las folletos o pasaban la boina. ¡¡¡Madre mía, que tiempos!!!.

 

 

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