PREGONES, ALPARGATAS , “ PESCAO” FRESCO Y SUELAS DE TOCINO
UNA CRÓNICA DE SALVADOR CANTOS LOPEZ PUBLICADA EN LA PÁGINA DE FACEBOOK
“ Armilla, recuerdos de mi pueblo”
Por las mañanas nos visitaba Ricardo, con su cesta de mimbre alargada colgada en el brazo, venía de Granada en el tranvía, y con andar cansino y su boina estilo básico, recorría todo el pueblo con su pregón: “¡Tortas de manteca!”. Por la tarde nos visitaba otro personaje, con el mismo modelo de cesta, vestido con pantalón, y una especie de camisa larga abotonada hasta el cuello y todo en gris con rayas muy finas, y el pregón era: “ ¡Tortas y bollos de leche, de la elaboración de la tarde!”. Todo esto voceado con un peculiar tonillo musical.
También venía en el tranvía, otro señor que era pluriempleado. Por las mañanas trabajaba en tranvías y por las tardes aparecía por las calles de Armilla también con típica cesta. Entonces, también con su particular tono cantarín, repetía continuamente: “ ¡De Canarias!” Pues el producto que ofrecía eran plátanos. En aquellos tiempos las madre solían comprar un plátano sobre todo cuando en la casa había algún niño enfermo. Quiero comentar que en aquellos años se daba un caso muy curioso, a pesar de que la comida no abundaba, una de las enfermedades más frecuentes en los niños era el "empacho". La solución que se aplicaba era el agua carabaña o el aceite de ricino (¡¡Qué mal sabían los dichosos bebedizos!!)
También pero las tardes recorría todo el pueblo un personaje algo estrafalario, con un avioncito de corcho cogido en un palo que sobresalía por encima de la cabeza un metro, y clavado en el avión una especie de piruletas de varios colores, y pregonaba a modo de cancioncilla: “¡Saben a limón y a melón y a melocotón!! ¡¡Tienen gusto a toooo!!!”.
Este mismo personaje también
pregonaba la cartelera del cine de verano del Calvo, que se encontraba detrás
de las Tres Cruces. Entre medias había un pozo muy grande, y en su interior,
los “Calvivas” lo utilizaban como huerto, y lo sembraban de hortalizas. Por
todo alrededor, chumberas. El pregonar
de la película del día, también era muy peculiar, y causaba risa la forma de
nombrar a los intérpretes.
Los “pescaeros” que hacían su recorrido ambulante por nuestro pueblo merecen una mención especial en esta crónica. Recuerdo a tres y ambos eran de Alhendín:
- Gonzalillo que entonces, era casi un
niño, bajito y menudo, pero una excelente persona, (años después murió en
accidente de tráfico cuando regresaba de Motril de comprar el “pescao” en la
subasta de allí, ya que esta había dejado de llevarse a cabo en Armilla). Su
pregonar era: “¡Vamos niñas al “pescao”, boquerones, sardinas, jureles y pescadillas!”
Llevaba las cajas en un carrillo de madera con la rueda de hierro.
- Manolico
era el mayor de todos. Las cajas las llevaba en una bicicleta, pero andando. Nunca lo vi
subido a su bici ni de vacío,. En su pregón se limitaba a decir: “¡Niñas el
pescaerooo!”.
-Vitoriano, que tenía fama de
conquistador y ligón,. Al igual que Manolico, llevaba sus cajas llenas de mercancía en su bicicleta. Iba pregonando: “¡Vamos
niñas que lo traigo barato! ¡Boquerones, jureles sardinas y pescadilla!” ( Si
cierro los ojos en un momento puedo transportarme a esa Armilla de entonces y
su voz, allá a lo lejos, como una cantinela que ya formaba parte del paisaje)..
Casi siempre era los mismos “pescaos” los que vendían todos estos vendedores
ambulantes. Se trataba de los peces más populares y conocidos. De pescados exóticos o
sofisticados nada de nada.
En Armilla había quien se dedicaba a la misma actividad, pero no en el mismo pueblo. Uno de ellos era Rafael el “Barboa”, padre de Juan el “Pescaillas”. Otro era Emilio el Peleas, (padre) que después se dedicó más bien a tratante, y Fernando el “Tarrán”, padre del Jaime que años después también se dedicó a la venta de “pescao”, este sí en el pueblo de Armilla. Lo que son las cosas, luego se hizo fontanero.
También hubo una señora que se dedicaba a otra actividad muy poco común. Me refiero a la Josefa “la del Guardia” que recorría el pueblo de casa en casa, anunciando, por el nombre y el mote por el que era conocido, el fallecimiento de personas de Armilla o las misas de recuerdo del finado.
Me acuerdo perfectamente de "Cara Huevo", que antes de pregonar “¡Por una botella un globo!” Lo hacía diciendo “¡Por una alpargata un plato!”. Las suelas de las alpargatas, estaban muy valoradas, algunas, como la de los zapatos siempre que fueran de las llamadas "suelas de tocino", con ellas mezcladas con pez rubia, se obtenía un pegamento, cuando se fundía. Este señor apareció por el pueblo entrados los años 50, y algunos años después cambio de producto: las botellas. Hay que recordar que estábamos en una economía tercermundista y con una escasez de materias primas, debido a no tener relaciones comerciales con ningún país de Europa, solo Argentina nos enviaba trigo y alguna carne, naturalmente, que todos no podían pagarla. Así es que todo se reciclaba, desde los trapos viejos, los huesos de animales, que por cierto los de vacuno, y los de animales de carga eran los más apreciados, y la chatarra, eso ya era oro molido, se buscaba por todas partes, pues tenía valor hasta las latas de conserva, y no digamos el cobre el latón o el aluminio, eso ya eran palabras mayores.
Los jóvenes y los de mediana edad no se pueden imaginar la España que vivimos sus abuelos.
Fotografía:
Abuelo de Encarni Amador Fernández, vendedor ambulante de la Armilla de
aquellos años.
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