GUSANOS DE SEDA Y CANALES DE RIEGO

                                                                  Una Crónica de Salvador Cantos López

 


      Quisiera hablaros de una "industria" que hizo furor entre la chiquillería de aquellos tiempos. Me refiero a  los gusanos de seda. Existía un  auténtico mercado de compra y venta. Mi hermana Mari y yo éramos de los principales vendedores del producto. Contábamos con una buena cantidad de cajas de zapatos donde anualmente se producía el proceso: El gusano, cuando llega a su madurez, teje un capullo de seda para que después de él salga una mariposa, la cual se pasa varios días poniendo huevos (huevos negros, pequeñitos, que pensábamos que eran la caca de las mariposas). Guardábamos las cajas llenas de huevecitos  y al otro año nace otra generación de gusanos, más numerosa que la anterior, y vuelta al proceso.

  El encargado de proveer las hojas de morera, para la alimentación era yo. Comían de forma compulsiva en todo momento, como si tuvieran prisa por realizar el proceso. En aquellos tiempos en Armilla había bastantes moreras. Había una hilera de ellas en parte de la calle Real, concretamente desde el llamado callejón de Parrilla, donde hoy se encuentre La Caja Rural, hasta la puerta de mi abuela, o la antigua heladería de María la de Pepe Porras. Allí había uno, otro frente a la casa de la Pata Gorda, haciendo esquina con al callejón de Ramírez, frente a la entrada del parking. Otro árbol más frente a la casa de de Miguelico el Chulo, y otro  a la casa de Paquillo el Mutilado. Todos en el margen derecha de la carretera, dirección Granada, donde a la vez corría un canal de riego que además servía para llenar esos aljibes de agua que muchas casas tenían. Además de las hojas los niños aprovechábamos el árbol de la morera con un dulce manjar que eran las moras. En el recorrido había tres especies diferentes: las blancas, como el de mi abuela, las negras que eran la de la Pata Gorda y alguno más que las tenía moradas. En el barrio de Napoleón existía otro tanto, hilera de moreras y canal de riego. Naturalmente para la entrada a la mayoría de las viviendas había pequeños puentes para facilitar el acceso, tanto en una calle como otra. Ambos canales desembocaban en la llamada Acequia de la Era, que transcurría por el llamado Camino del Jueves.

 Volviendo a los gusanos, nosotros, me refiero a mi hermana y yo, todos los años vendíamos un saco de capullos, a un señor que venía de Granada. Recuerdo que pagaba poco por ellos, pero de todos modos para nosotros esos capullos no tenían utilidad algunla.

  Hablar de los canales de riego y acequias merecen un capítulo aparte. Estos canales fueron esenciales para el pueblo. Las edificaciones se aglutinaron en el recorrido de los mismos, y tanto los de la vega como la red que recorría el pueblo son dignos de un tratado de Ingeniería. Vuelvo a repetir que fueron fundamentales para el llenado de aljibes, tan necesarias para abastecer de agua todas las faenas de la casa, y el baño. Esa agua para beber no se utilizaba, a pesar que en aquellos tiempos las aguas estaban mucho menos contaminadas que ahora.

 ¡Saludos armilleros y armilleras! Quisiera ir por el pueblo para San Miguel Bendito, (que como decíamos en aquellos tiempos en los  que nos llevábamos a matar, que tiene más cojones que el de Churriana.


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FOTOGRAFÍA: Típica caja de zapatos de aquellos años  con sus gusanos de seda correspondientes.

 

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