"GOMEROS” ARTESANALES Y EL PECULIAR TIRO DE PICHÓN DE LOS NIÑOS DE ENTONCES.

 


  Una crónica de Salvador Cantos López publicada en la página de Facebook “Armilla, recuerdos de mi pueblo”.

 

 


  La crónica de hoy trata sobre algunos juegos que practicábamos los niños de aquellas décadas 40 y 50. La inventiva de los niños de entonces no tenía fin, la verdad. Como ya conté en otros relatos, en el recinto de las llamadas corrías se celebraban tiradas de pichón casi todos los fines de semana. Creo que por eso en Armilla la afición a la caza era entonces tan  importante y en aquella época se dieron muy buenos cazadores en nuestro pueblo.

 Los  niños con los tirachinas (o gomeros que era como nosotros le llamamos)  hacíamos nuestro particular tiro de pichón. En aquel entonces había muchísimos más insectos que ahora: había unos algo más grandes que una mosca muy parecidos a las mariquitas pero sin lunares y algo más alargados pero también de color rojo, y que volaban. No tengo ni idea de  cómo se llamaban, qué quieres que te diga. Pues bien  recogíamos a los bichos del suelo, ya digo que abundaban, y los introducíamos dentro de una cajetilla de cerillas. Cogíamos la caja y la colocábamos a unos cinco metros de distancia de  donde se situaba el tirador con el gomero cargado con arenilla fina a modo de perdigones. Uno de nosotros habría un poco la cajetilla y cuando salía el insecto volando, pues le tirábamos, y así íbamos corriendo turno. Naturalmente el vencedor era el que más insecto derribaba. Yo, que siempre he sido muy manitas, construía verdaderas maravillas que luego ponía en venta. Primero había que ir a los olivares y cortar las horquillas, después acercarse uno a Granada a los talleres Alhambra, unos talleres  de motos y varios de coches, donde pedía los trozos de cámara, sobre todo de moto, para cortar las gomas que tenían que ir de forma uniforme a una anchura de un centímetro.

 Era  tal la habilidad que algunos adquirimos para tirar con el gomero que yo en particular cazaba los gorriones incluso los murciélagos volando. En los meses de abril, mayo, y junio, Patiti y yo cazábamos gran cantidad de volantones de gorrión y se los vendíamos para ir al cine del calvo a Doña Rosa en el barrio de Napoleón. Esta señora, que   tenía una hija también llamada Rosita que era enfermera, no los pagaba a tres perrillas la unidad. Mis gomeros tenían fama pues tener un salvador cantos era como el cazador que tenía una escopeta Víctor Zarrasqueta, que siempre ha sido la marca de escopeta de más prestigio.

 

Os cuento todas estas cosas sobre todo para que los más jóvenes se hagan una idea de lo distintos que éramos los niños y niñas de entonces. Un saludo para todos.

 

 

Fotografía: “Gomero” típico de la época

 

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