VERANOS DE ENTONCES





Una selección de recuerdos de José Manuel Garrido Ríos.




Excursión de armilleras al puerto de Motril. 1968
 Fotografía archivo Pepe Morenilla


Baño en el Río Genil. 1958 
Archivo fotográfico de Pepe Morenilla


Veranos de principios de los 60. Los niños, de la mañana a la noche, estábamos en las calles, en las plazas, en los campos, inventando, jugando y disfrutando con esas mil cosas que hacían que no conociéramos el verbo “aburrirse". Las vacaciones estivales se nos presentaban como un inmenso periodo para aprovechar todas las posibilidades que el pueblo y sus alrededores nos ofrecía ya que solo en contadas excepciones salíamos de Armilla (un día a la playa de Motril, tras pasar los terroríficos “caracolillos “ de Vélez , o una excursión al río Dílar constituían toda una aventura )

 

      Recuerdo nuestros baños en el “Pozo de la Múa” o en la “Acequia Gorda”, cerca de la casilla de los peones camineros. Es esa acequia, lo que estoy contando es verdad,  teníamos que meternos de vez en cuando bajo el agua para que los pollos muertos o la porquería no nos diese de lleno en la cara. Lo curioso es que no recuerdo ninguna infección ni nada por el estilo. También nos refrescábamos en lugares no permitidos a los que se accedía saltando vallas , como cuando íbamos al “estanque del granito”, junto a la fábrica que había cerca de la actual calle de Reyes Católicos o a la alberca del abandonado Convento de los Frailes Dominicos (donde estaba el antiguo instituto Luis Bueno Crespo).  En aquellas ocasiones a la diversión del baño se unía el riesgo y la emoción de lo prohibido.

 

     Las peleas de los niños del Cortijillo (eran los de mi barrio) o los del Chorrillo con los de Corea (el barrio que  comienza donde se emplaza el Bar Rana) eran auténticas batallas campales a” loscazos” y pedradas y tenían lugar cerca del campo de fútbol... Y hablando de peleas las de los niños de Armilla contra los de Churriana eran épicas y más de uno terminaba con un buen “piquete” al que tenían que curar en la “casa de socorro” para desesperación de las madres y orgullo del herido que lucía los puntos como “herida de guerra”. 

 

      Son inolvidables las tardes cazando ranas y renacuajos en “Los Charcones”, los interminables partidos de fútbol en los descampados, los campeonatos a los “tejos”, al trompo (había una leyenda urbana que trataba de trompos con afiladas púas metálicas que partían en dos a sus contrincantes...pero yo nunca los vi) o a las “bolas” (se llamaban “ bolas” y no “canicas”. Las mejores eran las de “china. Las de cristal eran una sofisticación y un refinamiento que aún no había llegado por estos lares).

 

     También recuerdo como si fuera ayer el olor del chocolate que nos daban, juntamente con un “cacho” de pan, los soldados el día de la jura de bandera, cuando nos colábamos en el Campo de Aviación y festejábamos la fiesta con la tropa. 

 

       Larguísimos veranos de mi infancia que no sé si serán mejor o peor que los de los niños de hoy pero que si que me aportaron maravillosos momentos que nunca olvidaré.

 

 


1 comentario:

  1. Jose Manuel,es maravilloso todo lo que cuentas por que todo eso lo e vivido yo en mi niñe,como tu dice la mas bonita que me quitaron con 12años para veninos a Barcelona en años 60.maravilloso el comentario---un saludo Juan Garcia Martin---Porcierto yo vivia en frete de la botica,y la plaza de los vedias y de el diez, carlo que tenia un burro atado siempre al moreo que tenia en frete de su casa

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