Una selección de recuerdos de Enrique
Molina Castillo ( “ El Churré”)
Me vine a Armilla con 14 años, a trabajar
donde las monjas, allí, entre los Ogíjares, Armilla, y la base aérea.
Antes de esto estuve muchos años de pastor
en Sierra Nevada, por Pradollano y toda esa parte. Durante mucho, mucho tiempo
el único calzado que usaba era unas albarcas. Las albarcas eran una especie de
zapatones muy grandes, y duros. Estaban hechas con los neumáticos de los coches
y te producían unos desollones que no veas. Cuando estaba de pastor le ponía encima una tela gorda, como lona que
acababa reliada en las pantorrillas. Esto lo hacía para que los pinchos y los
abrojos no te arañaran las piernas y también para no mojarme.
Las lonas estas que nos poníamos en las piernas las llamábamos “peales” (esta
palabra se usaba más bien por la zona de
Iznalloz y los Montes Orientales. Por aquí, por Armilla y en general por la
vega granadina no se le llamaba así).
Las tiendas que
entonces había por Armilla eran como almacenes donde sólo se vendían cosas
prácticas, de primera necesidad. No eran tiendas de cachivaches o de tonterías
de decoración. En los años 40 y 50 las tiendas eran solo para lo indispensable
y básico. Como los zapatos.
Y hablando de albarcas
y zapatos me acuerdo de la zapatería Cueto, orilla de la calle jardines. Buenos
zapatos se vendían allí. El padre
trabajaba en los tranvías y luego puso este negocio (creo que fue la primera
zapatería de Armilla). Allí se vendían albarcas, las típicas botas “gorila” (esas que regalaban una pelotilla de goma verde y dura) y botas de goma, las que llamábamos “katiuskas” (Estas botas eran de goma dura, impermeables, y si el filo
de arriba te rozaba con la piel también
te dejaba un buen desollón o escocedura en la pierna. Yo, lo que hacía siempre,
era meter los pantalones por dentro, así…. un problema menos.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario