¡¡ AL RICO PESCADO FRESCO !!

     
 Una Selección de recuerdos de Valentín Riesco Álvarez



        


                En las llamadas "romanillas" se subastaba el "pescao" que llegaba de Motril. Hubo dos en nuestro pueblo, Armilla, que no coincidieron en el tiempo. Una de ellas era junto al  actual “Parque de la Paz”, junto al  kioskillo de un hombre que le decían “el Veneno” (señor que luego puso un bar en la calle real ). La otra “romanilla”  se encontraba en la desembocadura de la calle Granada, junto a la puerta del bar “Ramales”, donde hoy en día se encuentra el kiosco de los churros. Allí descargaban los camiones que venían  de Motril cargaditos de pescado fresco.

      Los “pescaeros” de Armilla y todos los alrededores (Gabia, Churriana, Alhendín, Ogíjares…) venían con sus bicicletas para aprovisionarse bien en la subasta. Luego esa misma bicicleta, cargada de cajas, era el  vehículo que utilizaban para su venta ambulante.  Era todo un espectáculo el trasiego que allí se originaba bien de mañana.  Muchos niños íbamos a ayudarles en la tarea y ellos, nuestros amigos ya, nos daban en recompensa un “puñaíllo” de “pescao” que iba directo a nuestras casas… ¡A la olla !

 

       Tras la subasta se dispersaban por las calles del pueblo y con sus retahílas y pregones eran, junto a otros vendedroes callejeros, la banda sonora  de las mañanas armilleras (“¡¡Los jureles, las sardinas, las japutaaaas!!”). Estos vendedores peculiares, que envolvían el pescado en papel de periódico entre una nube de moscas,  fueron personajes indispensables que, durante muchos años, formaron parte de las calles de Armilla.

 

           Me vienen a la memoria, como si fuese ayer mismo, a  una serie de "pescaeros" de mi infancia, lo mismo me dejo alguno en el tintero, pero así, a bote pronto, recuerdo a:

 

- Luis “el pescaero del burro”.  Cuando este hombre tenía “todo el pescao vendío” se iba al bar “Kiki” a contar las ganancias mientras   se bebía un vinillo al estilo  “calañas” (el corcho del tintorro llevaba una “cañilla”) Después se iba para su pueblo, a Alhendín . Era todo un espectáculo verlo sobre las dos de la tarde, casi dormido ya, sobre el  jumento, que se sabía de memoria el trayecto, camino”alante”, caminito de Alhendín.

   -Victoriano, también de Alhendín,  era el “pescaero” de lujo, como “más fino”. Estaba especializado en las calles y casas del centro. Le decíamos  el “pescaero de los ricos”. El tal Victoriano era todo un personaje zarzuelero bien castizo con su gorro de paño y su gallardía innata. Chuleta, simpaticote, bien parecido, buena planta  y con una dentadura envidiable. Parece que estoy viendo ahora cómo  llenaba  de alegría  la calle con sus pregones y requiebros, constituyendo  un elemento entrañable del paisaje urbano armillero.  

   -También recuerdo a  Gonzalo, que se colocaba en una esquina de la calle Granada,  el pobre tuvo un accidente de tráfico y falleció, ahí mismo, en los llanos . No me olvido de  “Manolico el de Rubico”, de Rosario, siempre con su remolque de hierro cargadito de pescadito rico (inconfundible su pregón:   “¡¡¡Boqueroncillos vivoooooos”!!!). También recuerdo a  Jaime “el de la Tarrana”, que era hijo de Rosario.

 _ Cómo no acordarme de “Manolico”, que por las mañanas vendía el pescado con su bici y por las tardes tenía su negocio de helados, frente por frente a las tres cruces.

 

…..Ahora, desde la distancia que da el tiempo y el espacio, a todas esas personas  les doy las gracias porque, día a día,  trajeron un poco de mar a mi infancia.





FOTOGRAFÍA: Venta de pescado en Armilla años 60 . A la derecha, con boina, Manuel “ El Crispín” y en el centro Jaime “ El Tarrán”. 
 Archivo de Pepe Morenilla.
  


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