Veranos de principios de los 60. Los niños, de la mañana a la noche,
estábamos en las calles, en las plazas, en los campos, inventando, jugando y
disfrutando con esas mil cosas que hacían que no conociéramos el verbo
“aburrirse". Las vacaciones estivales se nos presentaban como un inmenso
periodo para aprovechar todas las posibilidades que el pueblo y sus alrededores
nos ofrecía ya que solo en contadas excepciones salíamos de Armilla (un día a
la playa de Motril, tras pasar los terroríficos “caracolillos “ de Vélez , o
una excursión al río Dílar constituían toda una aventura )
Recuerdo nuestros baños en el “Pozo de la Múa” o en la
“Acequia Gorda”, cerca de la casilla de los peones camineros. Es esa acequia,
lo que estoy contando es verdad, teníamos que meternos de vez en
cuando bajo el agua para que los pollos muertos o la porquería no nos diese de
lleno en la cara. Lo curioso es que no recuerdo ninguna infección ni nada por
el estilo. También nos refrescábamos en lugares no permitidos a los que se
accedía saltando vallas , como cuando íbamos al “estanque del granito”, junto a
la fábrica que había cerca de la actual calle de Reyes Católicos o a la alberca
del abandonado Convento de los Frailes Dominicos (donde estaba el antiguo
instituto Luis Bueno Crespo). En aquellas ocasiones a la diversión
del baño se unía el riesgo y la emoción de lo prohibido.
Las peleas de los niños del
Cortijillo (eran los de mi barrio) o los del Chorrillo con los de Corea (el
barrio que comienza donde se emplaza el Bar Rana) eran auténticas
batallas campales a” loscazos” y pedradas y tenían lugar cerca del campo de
fútbol... Y hablando de peleas las de los niños de Armilla contra los de
Churriana eran épicas y más de uno terminaba con un buen “piquete” al que
tenían que curar en la “casa de socorro” para desesperación de las madres y
orgullo del herido que lucía los puntos como “herida de guerra”.
Son inolvidables las tardes cazando ranas y renacuajos
en “Los Charcones”, los interminables partidos de fútbol en los descampados,
los campeonatos a los “tejos”, al trompo (había una leyenda urbana que trataba
de trompos con afiladas púas metálicas que partían en dos a sus
contrincantes...pero yo nunca los vi) o a las “bolas” (se llamaban “ bolas” y
no “canicas”. Las mejores eran las de “china. Las de cristal eran una
sofisticación y un refinamiento que aún no había llegado por estos lares).
También recuerdo como si fuera ayer el olor del
chocolate que nos daban, juntamente con un “cacho” de pan, los soldados el día
de la jura de bandera, cuando nos colábamos en el Campo de Aviación y
festejábamos la fiesta con la tropa.
Larguísimos veranos de mi infancia que no sé si
serán mejor o peor que los de los niños de hoy pero que si que me aportaron
maravillosos momentos que nunca olvidaré.
Jose Manuel,es maravilloso todo lo que cuentas por que todo eso lo e vivido yo en mi niñe,como tu dice la mas bonita que me quitaron con 12años para veninos a Barcelona en años 60.maravilloso el comentario---un saludo Juan Garcia Martin---Porcierto yo vivia en frete de la botica,y la plaza de los vedias y de el diez, carlo que tenia un burro atado siempre al moreo que tenia en frete de su casa
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