
Una selección de recuerdos de Luisa Molina Sáez.
Los años pasan, pero los recuerdos te arropan, consuelan el posible
lamento de la rapidez en que pasan, el quise hacer y no hice..
.
Vivo en Armilla, el pueblo
natal de mi padre y familia paterna en general.
De cada semana, un día nos reuníamos
todos en la casa del abuelo Diego para almorzar, mis primos, mis tíos...Lo
pasábamos en grande, ya que la unión familiar era, y sigue siendo muy buena.
Esta reunión era en la calle Azorín,
frente al campillo donde mis tíos se han criado.
El buen tiempo, las flores, la rica comida de mis tías, recuerdos muy
gratos.Cada día, antes de la comida, mi abuelo Diego iba hacer la compra en su
bicicleta con canasta, compraba los huevos y el pan en las “tiendecillas” cada
cosa en su establecimiento, porque siempre decía que los huevos eran demasiado
pequeños en una, y que el pan debía ser del día…En fin, cosas de abuelos. Yo
marchaba hacia la tienda con el montada en la bicicleta, era un divertido paseo…cosas
de niños.
Siempre aprovechaba la ocasión para comprar el rico y típico pan de
aceite, me encantaba ese bocado, en la esquinita antes de llegar a casa para
comer, partía el pan en dos trozos, uno para mi, y otro para él, y me decía;
-Date prisa y cómetelo, que tus tías al llegar a casa, no sospechen que hemos
picado-.
Era genial, mi abuelo y yo estábamos compenetrados para ciertas
travesuras, o al menos, mis tías lo consideraban así, pero era divertido.
Siempre llegábamos a casa habiendo
cometido el despiste de no limpiarnos el azúcar de la blusa, así que nos
pillaban, pero... nunca lo entendí, porque siempre acabábamos con el plato de comida,
nunca dejábamos nada...Supongo que sería, por eso de los kilitos de más.
De cualquier manera, era feliz, añoro a veces
ciertas reuniones con el abuelo y los demás...
Mis años hasta hoy en este
pueblo han sido de lo más bonitos. Hoy continúo aquí, esto no es más que una
sola anécdota, pero podría contar miles así de agradables.
Ya tengo 21 años, y mi abuelo falleció, fue una extraña y triste
perdida, y aunque la vida sigue, el, en este caso, también sigue con todos
nosotros, allá donde esté.
( En la fotografía Luisa, de niña, con sus abuelos. Propiedad de la autora
)
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