LA GRAN BOLA DE NIEVE.



- Selección de recuerdos de Julio Catalá.
   

             No me acuerdo muy bien. Yo era un crío chico. De 6 o 7 añillos. Fue en el invierno del 57. El caso es que un día cayó un nevazo tremendo. No se había visto nunca nada igual y desde entonces...tampoco. Imagínate, Armilla se quedó incomunicada durante dos o tres días... las carreteras cortadas, las vías del tranvía con un metro o más de nieve por encima. Recuerdo a los mayores con las palas delante de las puertas, haciendo caminos para poder salir de las casas. Para los niños fue algo extraordinario. Casi festivo. Todo era blanco y diferente y aún me parece sentir ese silencio inmenso que da la nieve, en que los sonidos suenan como apagados, lo oscuro y sucio se borra ...y el pueblo parece entonces una bonita postal de muy lejos, de esos países fríos centroeuropeos. Por la noche el “espectáculo” era aún más impresionante, pues las calles de Armilla , como todos los demás pueblos, se iluminaban parcamente con una tenue bombilla situada en la esquina de cada calle, así que con la nieve, el silencio y la oscuridad...¡te puedes imaginar!

    Lo que sí me viene a la memoria más vivamente , que me parece que fue ayer, fue cuando un grupo de zagalones de 14 o 15 años( también había, recuerdo, algunos más mayores) se les ocurrió hacer una bola de nieve. La empezaron a formar allí arriba, en la puerta del cuartel de aviación. Entonces empezaron a rodarla carretera abajo. Entonces la bola creció y creció. Era una esfera enorme que cada vez corría más y más grande se hacía en el camino. Me recuerdo corriendo , feliz, tras esa gran pelota blanca que , al llegar a la esquina de la calle Granada,¡ plaf!, se estrelló y saltó en mil pedazos fríos.

               El hecho se comentó en toda Armilla y estoy seguro que más de uno al leer estas líneas de acordará de aquello. De aquella bola gigante creciendo veloz que yo, ahora y a pesar de la distancia que dan los años, vuelvo a ver calle abajo, girando imponente.

             Fíjate, esta anécdota, el hecho de recordar aquellos momentos, ha conseguido que me vuelva a encontrar con aquel niño que era yo entonces. Con ese niño que todos tenemos dentro y que hoy está aquí, junto a mí, mirando, asombrado y feliz, a esa bola mágica que rueda y rueda .


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PIE DE FOTOS : FOTO UNO Vecinos de Armilla en mitad de la carretera el día de la gran nevada. En el centro, Julio, el autor del artículo, de niño.
FOTOGRAFÍA PROPIEDAD DE JULIO CATALÁ.

- FOTO DOS: Grupo de armilleros junto al busto esculpido por José Aguilera Guerrero ( “ El santos”)Al fondo puede apreciarse la estación del tranvía.
- FOTOGRAFÍA PROPIEDAD DEL ESCULTOR.

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