TRANVÍAS DE ARMILLA ( Primera parte )

Archivo fotográfico Pepe Morenilla 

  

Quiero desde aquí hacer mi particular homenaje al antepasado de tan moderno artilugio eléctrico que es ese tranvía genuino de madera y metal que durante mucho tiempo fue elemento esencial y característico de nuestro entorno.

 

                 El primer tranvía que llego al termino municipal de Armilla fue a principio de siglo XX y su cabecera terminal estaba en el Puente Monachil, limite entre los municipios de Granada y Armilla. Por aquellos años , funcionaba a buen ritmo de trabajo la fábrica azucarera, Santa Juliana ( hoy recinto de FERMASA la feria de Muestras ) y también Carbonell o “la brujera” . Estas dos fábricas estaban instaladas en el término municipal armillero y allí trabajaban muchos obreros que venían a diario desde la capital, Creo que ese fue el principal motivo para instalar el tranvía, vehículo que sólo llegaba al límite del término municipal de Granada.

                Posteriormente se prolongó con dos líneas con una sola vía hasta los jardincillos o a la altura de lo que es hoy la calle jardines. Allí nacían dos vías : Una llegaba hasta Dúrcal y la otra hasta Gabia la Grande. ( saliendo una a frente a la fábrica de Carbonell y otra a la altura de los jardincillos) Había pues un cruce de tranvías con un tramo de setenta u ochenta metros de doble vía . La línea 1. hacía el siguente recorrido : Granada, Armilla, Alhendín, Alhendín, Otura, Padul y dúrcal. Y la línea 4.este otro: Granada, Armilla, Churriana de la Vega y Gabia Grande.

               Los chiquillos nos divertíamos bastante con el tranvía. Los más pequeños poníamos “ platicos” ( “platicos” eran y siguen siendo los tapones de chapa de las cervezas, refrescos..etc ) y otros objetos en la vía para que los aplastara el vehículo( los dejaba planos planos del todo) y cuando llegaban las fiestas le poníamos petardos, eso sí de poca potencia. Al principio los empleados y pasajeros se asustaban pero, yo creo, que cuando escuchaban varias veces el petardazo llegaban a divertirse igual que los “chaveas”.

Una crónica de Pepe Morenilla 

( Continuará)