Crónica de Julio Catalá Jiménez
Voy a contar lo que yo recuerdo del tema del lino y cáñamo
en Armilla…. pero tened en cuenta que está sujeto a errores porque yo era muy
pequeño en aquella época y aquí trato de recordar mis vivencias con más o menos
acierto.
El trabajo de cáñamo y el lino
era muy penoso y sacrificado, una vez segado de la haza, se introducía en una
alberca de agua, que estaba en el cruce de la redonda, frente a la parada del
autobús para ir al ambulatorio del Zaidín. Allí
tenía que estar no sé cuantos días en remojo, solo sé que cuando pasaba en el
tranvía olía mucha peste como a podrido. Una vez realizado ese proceso se
trasladaba a las eras y se hacían pilas en forma de cabaña para que se secara. Una
vez seco había que espadarlo, ya empezaba el trabajo penoso y a respirar polvo.
Se ponía un gran tablón vertical en el suelo y con una paleta grande de madera
se le iba dando al cáñamo golpes para ir soltando la paja, lo mas gordo. Terminado
esto, en haces pasaba a la operación de rastrillarlo, esto se hacía en las
casas. Consistía en unos peines de hierro, varias filas unas detrás de otras, a
la altura del pecho y allí se empezaba a pasar el cáñamo por los dientes una y
otra vez hasta dejarlo suave y sedoso, y a todo esto respirando mas porquería.
Yo conocí
a dos familias vecinas mías que se dedicaron a eso: Rafael Gavilán (el padre
del bichito) y el bichito también lo trabajó, y Antonio Zambrano Olmedo (El
largo).
Una
vez el material terminado éste, pasaba el lino para confección y el cáñamo, mas
basto, a la sección de cordelería.
Archivo fotográfico de Pepe Morenilla
Yo vivo en Hospitalet,salir de Armilla en los años 60, pues todo lo que comentas loe vivido yo en la alberca que abia en pilar y otra ala entrada del camino del cementerio, y yo no olia nada por que incluso nos metiamos acoger ranillas y gusaratos,eso si una vez en era yo queria gramar el cañamo y no podia ni levantar el troco el que llevaba la cuchilla en medio
ResponderEliminar