Una crónica de José María Sánchez Osuna publicada en su blog http://jomasaos.blogspot.com.es.
Hemos de
remontarnos a principio de Siglo, concretamente a 1911, para encontrar el
nacimiento de la primera raíz de la Base Aérea. Acontecimiento que aconteció en
los Llanos de Armilla, en lo que era el antiguo Hipódromo de Granada. Hubo por
aquellas fechas una fiesta de aviación y se supone que en los Llanos
aterrizaron varios aeroplanos ante el clamor de las gentes, aquel hecho
despertaría la inquietud de algunos de los presentes.
Pero el
detonante originario, lo prendió Carlos Greco, un aviador procedente de Málaga,
que exhibió magníficamente su arte de pilotar en una tarde de abril de 1921.
Fue todo un acontecimiento en Granada, y los Llanos de Armilla se vieron con
una afluencia de público formidable para presenciar el espectáculo, que según
cuentan valió la pena. Sobre todo, a la hora de recrearse en las evoluciones
del aeroplano dando vueltas de campana y al mono "Perico" arrojándose
en paracaídas. Aquello fue algo inusual en el mundo en que se vivía.
A raíz del
evento, un grupo de amigos sintió la necesidad de hacer algo puntual por la
aviación en Granada, y proyectaron la construcción en un futuro de un Aeródromo
en los Llanos de Armilla, para que la afición granadina pudiera tener ocasión
de aprender a volar o realizar vuelos de placer. Era una buena idea inicial, en
la que se venderían acciones a todas las personas que lo desearan.
Tal
iniciativa nunca llegaría a convertirse en una realidad, pues mientras tanto
una serie de sucesos ocurren apresuradamente. Ya que un grupo de técnicos del
Ministerio de la Guerra visitan los Llanos, llegando al acuerdo de que Armilla
reunía excelentes condiciones para establecer un campo permanente de vuelo y
una base insustituible. El lugar era perfecto, cerca del Estrecho, a media hora
de África, a poca distancia de las bases navales de San Fernando y de Cartagena
y resguardada de los vientos y tempestades por Sierra Nevada. Sus condiciones
estratégicas eran admirables, asimismo la extensión de superficie era
considerable. Todos estos factores inducían a pensar que el Aeródromo de
Armilla pudiera ser uno de los mejores de España.
El alcalde
de Granada tras la serie de acontecimientos sucedidos, tomó cartas en el
asunto, interesándose para que la gestión realizada no cayera en el olvido,
ofreciendo al Ministerio de la Guerra una serie de terrenos donados por un
particular.
La respuesta
no pudo ser más rápida y en octubre llegaron una serie de aparatos con el
equipo humano y material adecuado para comenzar los trabajos de instalación de
los hangares. En menos de un mes los barracones básicos habían sido levantados,
en espera de la llegada de los primeros aeroplanos.
Habrá que
esperar a junio de 1922 para que se inaugure definitivamente la Base Aérea de
Armilla. Había valido la pena el esfuerzo, y sobre todo la constancia de tantas
personas públicas y privadas sin las cuales nunca se hubiera realizado el
proyecto.
El primer
Comandante en Jefe fue el granadino Luis Dávila, sin cuya voluntad,
perseverancia y tenacidad todo hubiese sido más complejo.
Ya, en 1955
la Base incorporó una nueva actividad a sus disciplinas con la creación de la
Escuela Elemental de Pilotos. Desde el cielo azul granadino era fácil, en
aquellos años, poder contemplar las acrobacias y el volar magnífico de aquellas
escuadrillas de biplanos grisáceos, llamados “Bucker”, que tan insustituibles
servicios prestaron durante generaciones a las Fuerzas Aéreas Españolas.
En 1974,
tras el traslado de la Escuela Elemental, se creó en Armilla el Centro de
Selección de la Academia General del Aire. Iba a ser el primer contacto con el
Ejército y con el vuelo de algunas promociones de futuros oficiales del aire.
Una vez
absorbido el Centro, por la Academia General del Aire en 1980, se establece el
Ala de Enseñanza de la Escuela de Pilotos y Mecánicos de helicópteros. Tan
popular en Armilla en la actualidad por sus vuelos diurnos y nocturnos.
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